Nombre:

jueves, diciembre 07, 2006

Caricias

Claude Steiner, psicólogo clínico, promotor del movimiento de la Psiquiatría radical, investigó los efectos que ejerce sobre el ser humano el crecer y vivir con abundancia o escasez de signos de reconocimiento (caricias) y elaboró una teoría que denominó “La economía de caricias”. A pesar de que somos seres sociales por naturaleza y que para sobrevivir y crecer necesitamos de las caricias y del contacto con el otro, del afecto, la ternura, la mirada, la palabra, el gesto…, en la sociedad en la que vivimos estamos constantemente escatimándonoslas ya que nuestro comportamiento es el producto de una serie de reglas interiorizadas que impiden un libre intercambio de estímulos sociales constructivos, produciendo escasez de caricias y obligando a las personas a buscarlas de manera forzada, artificiosa y complicada: “nos prohíben darlas cuando nos apetece, pedirlas cuando las necesitamos, aceptar y disfrutar las auténticas, rechazar las que no queremos y dárnoslas a nosotros mismos.”
Se dice que la mayoría de las enfermedades psicológicas, como la angustia, la depresión o la neurosis e incluso la psicosis, nacen en mayor o menor medida de una carencia de amor. Berne utilizó el concepto “caricia” para expresar que todos necesitamos estímulos para sobrevivir, ya que si no los tenemos enfermamos y morimos. Los estímulos positivos favorecen el desarrollo de nuestro potencial humano, si no los tenemos buscaremos estímulos negativos. Por eso a veces "preferimos el dolor a la nada, la bofetada a la ignorancia, el despreio a la indiferencia, el grito a la apatía". Pero no sólo sufre quien no recibe caricias, sino también quien no las expresa. Suprimir la expresión de las emociones tiene costos psicológicos, sociales y de salud, aumenta las emociones negativas como el disgusto, la ansiedad, la tristeza y la vergüenza, las personas se sienten más infelices y más aisladas; también sufren aquellos que aunque sienten como todos, no saben ni qué sienten ni por qué lo sienten, serían los que Steiner llama “analfabetos emocionales”.
Debemos procurar educar también para conseguir alfabetos emocionales, no olvidemos esa parte de las relaciones humanas en aras a impartir sólo conocimientos; no tratamos con máquinas sofisticadas e impersonales, valorar las emociones es reconocer parte de lo que somos.
Monet, Claude: Impresión:amanecer